sábado, noviembre 07, 2009

por mi hermano


LA TIENDITA DE LA ESQUINA

Me la encontré de chiripada, y la verdad no lo podía creer.

Puerta de madera con mosquitero, colores pálidos, olor a viejo.

Adentro, piso de cerámica amarilla con rojo, mostradores de madera con vidrios muy gruesos, estantes empotrados pintados de amarillo con latas de portola, bolsas de frijol y sopa; en la esquina tres exhibidores de papitas y galletas con un par de artículos en cada uno, polvosos y con apariencia de rancios.

Al lado de la puerta, un refrigerador de cocacola rojo cenizo, ruidoso y con puertas de esas que se abren para atrás y que muestran, en excelente simetría, las fichas de los refrescos helados en envase de vidrio que esperan por una mano clientelar que se los lleve, los despoje de su líquido interior y después los regrese a la tienda para reiniciar un ciclo que poco a poco el aluminio y el plástico no retornable van matando.

Fue agradable entrar a esa tiendita de la esquina, como le dije al encargado, un hombre de mirada tan o más melancólica como el amarillo pálido con el que pintaron los estantes y los mostradores.

"Me acaba de regresar en el tiempo...gracias", le dije, con un nudo en la garganta que el tendero me respondió con una sonrisa que creo que también a él lo hizo retroceder hasta aquellas tardes en que la tiendita de la esquina se llenaba de chamacos que lo mismo lo compraban un pan con caldo de chile y una coca de vidrio, unos chicles motita o un gansito con el infaltable litro de leche en envase de vidrio.

A veces, encontrar una tiendita de la esquina no solo apaga tu sed. También alimenta tu alma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja.......que pedo con tu publicasión jajajaja....
de cagada lo encontre solo por la imagen y lo empece a leer y casi me orino....
suerte .|.

Bagdad Zul dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.